Cicatriz


Estábamos tan entretenidos hablando de viejas historias de la universidad que ninguno de los dos recordaba la hora que era. Sólo cuando sonó el reloj de la cocina nos dimos cuenta de que ya era medianoche. Hacía un cuarto de hora que habíamos quedado con el resto de la pandilla, así que apuramos la última copa de Cointreau de un trago y salimos hacia la entrada de un salto. Gabriel estaba más acostumbrado al alcohol que yo, y no tardó más de tres segundos en vestir su abrigo y su bufanda. Yo me tambaleaba y peleaba con mi chaqueta, intentando meter los brazos por las mangas, cuando él llamó mi atención:

- ¿Qué hace eso ahí? -seguí su mirada y me di cuenta de que hablaba de un espejo que colgaba junto a la puerta del recibidor.

Era un espejo ovalado del tamaño de un plato, con un delgado marco negro de madera. Una grieta con forma de telaraña recorría el espejo desde el centro hasta el borde, como si se hubiese caído alguna vez rompiéndose en varios pedazos. Entre algunas de las juntas incluso se podían ver restos de cola seca.

- Reflejar cosas, como tu careto de borracho -le contesté con sarcasmo.
- ¿No te parece que perturba un poco la armonía de este hogar? -dijo con tono pedante intentando molestarme.
- A mí me gusta...
- Conociéndote seguro que sí.
- ¿Qué pasa con el espejo? -respondí sin entender muy bien su actitud.
- Bueno... un espejo roto ahí, a la vista de cualquiera, no es precisamente el adorno que necesita esta casa. ¿Por qué no lo cambias? -preguntó con suspicacia.
- Porque fue un regalo de una persona muy especial. Aunque sea feo, para mí nunca habrá un espejo tan valioso como este y quiero que todo el mundo lo vea. Por todo lo que representa... no voy a cambiarlo.
- No dudo que le tengas cariño, pero es un espejo inútil. El propósito de los espejos es devolver una imagen clara y ese ya no lo hace.
- Para mí sigue siendo lo suficientemente útil -le contesté ofendido.
- Pero seguirá siendo un espejo roto -continuó él intentando convencerme-. Su reflejo siempre estará deformado y no te dejará ver la mitad de las cosas.

"Pero es que a lo mejor lo que yo necesito es un espejo roto", pensé mientras cogía las llaves. Por un momento había dudado de mis propios argumentos, así que preferí guardar aquellas palabras para mí. Al ver que no le daba réplica, mi amigo interpretó el silencio como una victoria. Salió de la casa y yo le seguí. Antes de apagar la luz pude ver una sonrisa orgullosa en su cara.

Tardé bastante tiempo en descubrir quién de los dos tenía razón.

Eido

Ahí está



Era uno de enero. Gabriel cogía la linea de autobuses que va a Sol, de madrugada, helado. Sentía como el hambre recorría sus venas, sus piernas, frágiles tras la operación de rodilla del mes pasado, temblaban. No hacía más de un año estaba paseando por las cálidas playas del sur, de su tierra. Ahora, sin saber muy bien por qué, estaba esperando un autobús a Sol. Tenía la sensación de que le habían robado algo, algo que nunca podría llegar a nombrar, algo congelado. La Nochevieja había sido perfecta, pero ese día, esas horas después, no lograba discernir la sensación de no haber comido desde hace horas con esa sensación de vacío ante el nuevo año.

Había conocido a mucha gente, pero a pocas personas, como se solía decir. Por más que se repite, que al final del camino, lo que importa son las vivencias, no podía dejar de sentirse abandonado por aquellos seres por los que más había apostado. Le habían robado la confianza, y se estaba dando cuenta en ese mismo instante. Una gota helada resbalaba en su mano izquierda. Miró al cielo... no parecía Madrid. Enseguida comenzó a fantasear con la idea de salir corriendo a otro lugar, empezar desde cero. Se le antojaba demasiado poco original ¿Habría perdido también la creatividad? Decepcionante...

Llega el autobús, él es el único que lo espera. - ¡Casi lo pierdo! Sonríe al conductor. - ¡Tranquilo chaval! ¡Feliz año! Se sentó al lado de la ventanilla, sonrió ya cálido y resguardado. Ojeando cada detalle del viaje en ese autobús solitario. - Después de tantos años, sigue gustándome subir en transporte público. No había perdido esa sensación desde que cogió su primer autobús al pueblo de al lado. Me alegro de que haya cosas, que no hayan cambiado este año. Sonó el característico soplido de la EMT, y arrancó. - Hacia nuevas ilusiones, que perduran. Se dijo a si mismo.

Dié

Ser o no ser






Sólo los desesperados muy lúcidos se permiten esta clase de fuga que es más parecida a la cobardía: ante cualquier ignominia cierran los ojos y en la oscuridad levantan una fortaleza. En realidad, ésta es una de las dos salidas que Shakaspeare propone en el célebre monólogo de Hamlet. Ser o no ser: afrontar con gran ánimo los golpes de la adversa fortuna o dormir, tal vez soñar, y con este sueño dar fin a las miserias de la vida. Creerán muchos que es más noble combatir las injusticias, levantar la voz contra la opresión, devolver los agravios o vengar las afrentas. Así sería, tal vez, en los tiempos en que se sabía qué era el mal, quién era el enemigo y dónde estaba la gloria. Pero hoy se vive bajo una tiranía difusa y la maldad es inaprensible porque se confunde en el aire con el resto de la basura humana. La lees en los periódicos, la oyes en la radio, aparece en la pantalla de la televisión, la contagian como una peste esos tipos mediocres y condecorados que se abrazan en cualquier fiesta y sin darte apenas cuenta, sólo por haber descuidado las defensas, descubres que eres incapaz de rebelarte, que te has impregnado de la mugre general y a eso atribuyes el desprecio que también sientes de ti mismo. No creo que haya existido una época en que los cretinos hayan sido tan apabullantes, ni los tontos hayan mandado más, ni la idiotez haya tratado de meterse como la humedad por todas las ventanas de las casas y los poros del cuerpo. Se habla mucho de la carne contaminada de los animales, pero aún es peor epidemia la degradación moral de las personas, que está en todas y en ninguna parte. Ser o no ser. Hay que rendir homenaje a los desesperados más lúcidos que resuelven esta duda de Hamlet huyendo de la basura humana a través de los sueños. Se trata de esos cobardes imbatibles que robustecen su vida soñando ríos incontaminados, aromas de pan antiguo, risas de viejos amigos que se mezclan en el jardín con los ladridos del perro y páginas bellísimas leídas en soledad. Así resisten cuando un imbécil intenta devolverlos a la realidad con una bajeza. Esos desertores nunca serán derrotados.


Manuel Vicent

... porque...

... estás vivo. Rellenas con optimismo cada agujero negro de mis días. Eres luz aunque te empeñes en esconderte. Has vivido. Puedo ver en cada mirada un sueño, una ilusión. Eres cálido, te rindes cada día y vuelves a levantarte. No existe la perfección, más tu imperfecto ser encaja perfectamente conmigo. Eres pasión.

... avanzas con seguridad. Ni lo piensas, ni lo dices, ni afirmas ser firme, pero avanzas. No tienes miedo de lanzarte al vacío, eres impulsivo pero te aferras a tus pulsiones y eso me ancla a tu libertad condicional. Vuelas para posarte en mi nido y añoras mi vida. Eres fuerte.

... somos comunes poco a poco, únicos, similares. Compartimos tanto, que nos da miedo admitirlo. Somos tan diferentes a veces, que nos olvidamos de todo lo iguales que podemos llegar a ser. Tenemos tantas ganas de unir nuestras vías, que ahora, al menos ahora, solo pensamos en agarrarnos de la mano y saltar.

... te quiero en mi camino. Tic Tac Toe.


Dié


La marca de tus labios


1. Mens. Atravesar impetuosamente tu mirada, oler tu aire y llegar al fondo del bulbo raquídeo de tus temores, tus pasiones. Ser las palabras que transpiran por tus poros, no dejarte hablar, callarte con un gesto. Tener las palmas de tus manos selladas en mi boca y ser capaz de decirte lo que siento con caricias salidas de chisteras, con los dedos de vocales inconclusas. Con mis ojos clavados en tu espina dorsal, con mi lengua rozando cada uno de tus nervios.

2. Corpore. Ser la cuchara de tus pecas salpicadas, unir las constelaciones en tu piel estrellada. Repasar paso a paso cada pliegue de tu cuerpo. Morder tus ganas de retenerme y saltar sobre tu impulso de hacerme volar. Dejarme caer. Cerrar tus ojos con un beso, perpetuar el momento anclado en lo absurdo de tocarnos sinsentido. Rasgar cada laceración ya rasgada, pero mejor. Beber de la traída de tu sabia y ser uno nada más, sin más que unir que la marca de tus labios con mis labios.

3.Apeiron. Sentir el viento de tu calle, oler las partículas de tu vida. Compartir mantas gigantescas, ser el gigante que se engancha de tus pestañas y te hace soñar. Estar dentro de ti a la vez que absorbo todos tus exteriores. Cambiar decorados por retales de cuero originales. Entrar en tu mundo, unir tus partes. Ser más tú que yo.

Die

Las doce uvas


Nunca sé si "vale" tener las cinco últimas uvas en la boca, una vez que cesan las campanadas. Yo por si acaso no digo nada, y me tomo el champán aunque aún no haya tragado toda la fruta, y el zumo se me escurra por las comisuras. Mientras esto ocurría, me he planteado que las propuestas y deseos de este 2011, sean sencillos, a corto plazo y sin demasiadas pretensiones. Y cada uva:

1.Finalizar etapas obsoletas, no anclarse a pasados sin futuro.
2.Reciclar viejas emociones y transformarlas en vivencias palpables.
3.Esperar solo lo que va a ocurrir. No esperar en vano.
4.Salir a respirar aire puro, volar.
5.Asociarse con quien quiero y a plena vista, las sociedades secretas son para los niños.
6.Conseguir ser mejor que el año pasado, pero poco a poco, sin presiones. La vida es una carrera de fondo.
7.Ostentar altos cargos en la vida de la gente, no conformarse con pasar desapercibido.
8.Navidad es para estar con la familia, pero con la familia que tú quieres.
9.No desperdiciar el tiempo pensando en el tiempo que está pasando. Relajarse.
10.Amar más y mejor, valorar los compromisos y comprometerse con lo que me gusta de verdad.
11.Tirar por el balcón discusiones estúpidas, peleas sin solución y trabajos tediosos de amor.
12.Amarrarme a la vida y sonreír cada mañana.


Y despertarme cada día sabiendo que hago y haré lo que me hace feliz. Porque es para lo único para lo que debemos estar aquí.

Sed felices. Bo Aninovo!

Dié.

O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...