Federico según Lorca, Granada



No hay fronteras entre la muerte y la pasión, es todo uno, es la garra que atraviesa tu garganta cuando el zarpazo de la pasión muerta sigue siendo fuerte. Cuando no se apaga el fuego que mata, pero calienta. Cuando nos damos cabezazos contra esa Tapia negra, de la que no hay salida apoyando la mano, que es vida, contra el cemento que quema.

La única diferencia entre eso y estar muertos, es que a nosotros todavía nos duele el sol sobre las frentes, todavía nos quema la piel al roce, todavía somos norte o sur, pasión de vivos, pasión de muertos. Pasión.

Dié.

Lineas


Infranqueable, me decía. El pie sigiloso que toca el color blanco sobre la pista de baile. Coqueteo con la idea de hacer justo lo contrario, y salir corriendo hacia charcos de pintura blanca.

Tan recta, tan perfecta y pintada, marcando siempre las fronteras. Ese blanco nuclear que quema. Tan lisa y potente y a la vez tan invisible. Sobre ella el cristal de lo correcto, impermeable, higiénico y perfecto. Los vahos de nuestras bocas caen derretidos en el vidrio, dejando restos de deseos impedidos.

Abro las palmas de mis manos y apoyo sobre las tuyas mi cara de frío vitreo muro. Me miras desde lejos y gritas pero no te oigo. Escucho la brocha blanca abanicando cada huella en el suelo. Bailo. Tonteo con el dibujo de tu frontera, casi casi cayéndome encima. Ni siquiera imagino hacerlo, es la linea, ella manda, y tu solo obedeces, finges ser bueno.

Ebrio alzo mi mano y baja poco a poco hasta tu espacio. Ni sol, ni luna. Ni A ni B. Ni blanco ni negro. Se pegan mis suelas en la pintura y una luz roja inunda el local. Tus mejillas blancas se tornan moradas, un poco por la iluminación, un poco por el alcohol. Nadie dice "para", la linea borrosa, desconchada, es más bien discontinua. Cae la noche fundida en eclipse, en C, en gris intenso. Vuelan sin permiso las hadas consecuencia y caen piedras de lo presente. Se derrumba el local, cruzo miradas, cierro los ojos...


... salto la linea.

Dié

Ringo Kid


Así es como lo ven algunos: un chaval despierto y observador, sensible a ciertos desatinos, dotado de una aguda percepción para las expectativas ajenas más extravagantes e imprevisibles y dispuesto a colaborar en cualquier impostura o tramoya que le amplíe el mundo. Así lo recordarán, aplicado, formal, embebido de futuro. No se sonroja ni se traba ni se embarulla con las palabras, en todo momento sabe lo que dice y por qué, y hasta le complace cruzar decididamente el umbral de lo improbable o lo imperceptible.





Juan Marsé

O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...