No hay fronteras entre la muerte y la pasión, es todo uno, es la garra que atraviesa tu garganta cuando el zarpazo de la pasión muerta sigue siendo fuerte. Cuando no se apaga el fuego que mata, pero calienta. Cuando nos damos cabezazos contra esa Tapia negra, de la que no hay salida apoyando la mano, que es vida, contra el cemento que quema.
La única diferencia entre eso y estar muertos, es que a nosotros todavía nos duele el sol sobre las frentes, todavía nos quema la piel al roce, todavía somos norte o sur, pasión de vivos, pasión de muertos. Pasión.
Dié.
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