Every day is Christmas


Cuando era pequeño...

Cuando era pequeño mi padre solía poner villancicos en nuestra "maxi" cadena musical. Era tal la incomprensible rabia en mi, que recuerdo hasta golpear el aparato mientras mi padre sonreía.
Quién me conozca hoy en día, quizá no se crea este recurrente recuerdo navideño. ¿Por qué?

Porque he tenido la suerte, de tener a mi lado "pocos" pero importantes elfos que amaban la Navidad, y con los que, especialmente uno, aprendí a ver "el nacimiento" con otros ojos. 

La Navidad no es solo consumismo, perfumes caros y luces (bueno, luces si). Es ese momento del año en el que lo irremediablemente naif, se hace con nuestras oscuras tardes de invierno, y  en el que tus vanagloriados amigos hablan de beber vino caliente y de lo mucho que odian las reuniones familiares.

La familia no es imprescindible en Navidad. No hace falta cenar en casa en Nochebuena. Yo lo he probado y es algo tan mágico como el vino caliente. No tienes que regalar nada si no quieres. Y las luces... bueno, las luces no son opción, van irremediablemente con las noches oscuras de Navidad.

Mis fiestas a los treinta y uno, son de buen vino, queso, villancicos rancios de Mariah Carey y amigos grinch que sonríen cuando ven como miro mi abeto lila de Navidad con ilusión infantil. Y jersey hortera, y muchos complementos, y abrazos.

He tenido amor en Navidad, y solo me permito utilizar esa palabra abiertamente en estas fechas. He abierto regalos bajo el árbol mientras comía bombones, he conocido la tranquilidad de un salón iluminado y las noches de reyes, tonteando contigo en la barra de un bar. He celebrado fines de año anti-familia con mi burrita catalana y he ido a comer al Foster Hollywood con el niño Adrián, mi hermano. 

Pero si las disfruto tanto, es porque sin duda sé lo que es pasar un diciembre negro bajo los fríos gritos de una casa nada, nada navideña. Y es por eso que ahora que he construido mi particular retiro festivo, dónde la amistad, la solidaridad, el amor, la bondad (y las luces) reinan, adoro todo lo que rodea a esta tradición, a mi tradición.

Y decir que el espíritu navideño debería estar presente todo el año, es como quitar un libro a un niño el primer día que comienza a leer. 

Por eso mañana, volveré a abrir el baúl de mis antiguas fiestas de Navidad, y bailaré encima del sofá cualquier mierda de Michael Bublé, con una copa deloqueseaperomuynavideña en la mano, mientras disfruto de la familia que en ese instante elija. Pondré después los villancicos de mi padre, y golpearé con fuerza al Caga Tio mientras todos sonreímos. Los que estamos, y los que no.


Dié



O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...