Si TÚ me olvidas

QUIERO que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Pablo Neruda

El buscador

Buenos días Caracola:

Que buen rollito con …

Quería mandarte alguna cara y cositas de estas…pero no se hacerlo.
Te mando uno de los cuentos que más me gustan…. PARA QUE PASES UN DÍA MUY ESPECIAL CIELO.

"El buscador.

Hace dos años, cuando terminaba una charla para un grupo de parejas conté, como suelo hacer, un cuento de manera de regalo de despedida. Para mi sorpresa, esta vez, alguien del grupo pidió la palabra y se ofreció a regalarme una historia. Ese cuento que quiero tanto, lo escribo ahora en memoria de mi amigo Jay Rabon.Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador...

Un buscador es alguien que busca, no necesariamente que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe que es lo que esta buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, él buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de si mismo, así que dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, un colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada. 

...una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.

El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.

Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción...:

Abdul Target, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar.

Mirando a su alrededor el hombre de dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas,

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.

este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba.

Una por una, empezó a leer las piedras.

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años...

Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar- dijo el buscador- ¿Qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?, ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de chicos?

El anciano se sonrió y dijo:

- Puede usted serenarse. No hay terrible maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...

Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, que fue lo disfrutado...

A la derecha, cuanto tiempo duró el gozo...

Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media?...

Y después... la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana? ...

¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo...?

¿Y el casamiento de los amigos?

¿Y el viaje más deseado...?

¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?.

¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?...

Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos...cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo VIVIDO."

Jorge Bucay

5:00 am

Puedes permitirte pensar diferente si te levantas a las cinco de la mañana. ¿Por qué? Porque tus esquemas mentales dan un vuelco cuando sales a la ciudad, y esta todavía sopla fría, inhóspita.

Tus chicas te escriben de madrugada. "Te quiero", "Los tíos dan asco", "Echo de menos algún concierto contigo". A veces me pregunto cuantos amores dormidos tendría si caminase por la acera de enfrente, o si el paraguas no se diese la vuelta cada vez que miro al reponedor del Gran Mercado o al auditor de Tu Vida S.A.

A menudo nos queremos más bien poco, y abrimos las puertas a toda mediocridad, y una vez estampados cual vestido de los ochenta: borrachos, timados y empapados de "sinsorpresa" comenzamos a darle la razón a esos amigos que siempre te dicen lo mal que lo estás haciendo.

Pero entre ingenieros y dependientes, tiene que haber algún resquicio de normalidad, alguna vida equilibrada, algún cuerdo loco, algún macarra intelectual. ¡Ups! Me he vuelto a equivocar.

Al final del día, con tus horas de más despierto, no te queda más que abandonar tu optimismo y darle la razón al obispo, y asentir cuando tu rubia favorita, te confiesa que Pontevedra es pequeñita pequeñita, y que te estás engañando si piensas que cubrirá todas tus expectativas, tus necesidades...

... y piensas diferente. Y suena tu despertador. 5:00, suena Andalucía en la radio. Y la niebla gallega te asfixia por primera vez.






Dié

La recuerdo con mocos, llorando


De pequeña, nadie quería jugar con ella. Tenía un nombre que no recuerdo muy bien, algo así como Melodía, Amor o Adoración... de esos nombres que a los niños malos dan mucho juego. Solía nevar en el patio de San Juan, allí dónde los chicos aventajados en el amor, jugaban al fútbol delante de las niñas bonitas, y dónde las mujeres del futuro forjaban sus opiniones futuras. Ella, vamos a llamarle, por ejemplo, María, (todas esas niñas con nombres especiales, suelen ir acompañadas de ese común, para que el párroco de turno diese la bendición a unos más que probable, crueles padres.). María se sentaba encima de unas piedras, allí en el fondo del patio cubierto. La recuerdo con mocos, llorando. La inercia obligaba a los niños a insultarla, con rimas estúpidas y crueldad despreocupada. Allí pasó los años. Creo que ni siquiera aprendió a hablar con bisílabos, su vida fue desarrollándose como tantas niñas solitarias.

María se hizo mujer. En los años que viví en Madrid, me he cruzado con muchos pasados, pero nunca con ella, hasta hace tres días. En aquel local de mala muerte, la niña de los mocos, bailaba Alaska como si en ello se le fuese la vida. Ella era Melodía, Amor, Adoración, Dulce, Esperanza, Bella. Todos los nombres que le han costado lágrimas, eran ahora esclavos de su movimiento. Si pudiese llamarla Sexo, no necesitaría decírselo con los ojos. 

Me acerqué. Su tranquila sonrisa me decía que había olvidado todo su pasado, que se encontraba bien, que aquella tarima no era la piedra del patio cubierto, y casi en un éxtasis de alcohol, como subidos a una nube electricista, nos besamos sin pensar en nada. - ¿Como te llamas? - Le mentí. Me susurró su nombre. Ya no significaba lo mismo que hace dieciséis años.

Su nombre ahora era Pasión. Me cogió de la mano, y me arrastró al rincón más oscuro de aquel patio particular. Ya no recuerdo si el cinturón cobró vida, o todo fue un truco de sus dedos. No sé como transformar lo sucio en bello, ni como lo bello pudo haber sido tan sucio, tan sucio y tan dulce. Y estábamos solos, y las paredes metálicas de aquel agujero fueron las sábanas más cómodas, hasta que desperté. 

Le dije: - El destino ha tocado nuestras pieles. Y su desprecio solo intentaba protegerla. - No juego al fútbol. - La tranquilicé. Pero se perdió en la boca de un metro.

Ahora tengo sus labios marcados en mi cuello. Y no hay quién los borre. He pensado que quizá, escribiendo esto, María me recuerde observando sus ojos cristalinos desde clase de pintura, y pintando su cuerpo a escondidas,  aliado con el destino... que hace tres días, decidió darme una noche de Locura en Madrid, siempre en Madrid...

Dié

No sé nadar


Nado mal. Siempre que me meto en el agua, firmo mi contrato con la señora tortícolis. El agua en la cara me agobia y siempre respiro al revés. También soy muy torpe a la hora de andar en sandalias. ¿Quién puede estar cómodo paseándose por una nave, medio desnudo? En esos momentos en los que intento chapotear (siempre en la calle lenta, por supuesto), me atrapan todas aquellas cosas que no sé hacer, hago mal, o de forma tristemente mediocre (siempre he pensado que es mejor hacer algo mal, que ser mediocre). Los malos son simpáticos, especiales... El mediocre, es eso, mediocre, uno del montón pero por abajo.

No sé hablar inglés. Y es absurdo, porque me he pasado la vida luchando con ese idioma. Es curioso que todo el mundo me diga que sé hacerlo (nadie lo dice cuando estoy flotando), pero lo cierto, es que no sé inglés. La sensación es más o menos la misma que en la piscina: torpeza, decepción, ansiedad... 

El cálculo mental no se ha hecho para mi. Todavía utilizo los dedos, y dependo constantemente de una calculadora. No sé si al resto de los mortales les ocurre, pero necesito dibujar esas dos lineas de la regla de tres, si quiero hacer algo al respecto. Esta ineficiencia a la hora de calcular, me viene de perlas cuando hago nóminas. Como en el inglés, mi cerebro es lento cuando se trata de colocar caracteres en una secuencia determinada. Soy lo que se dice, un procesador serial. 1+1=2

Tampoco memorizo cosas. No me da la gana. Memorizar es una pérdida de tiempo. ¡Ey! ¡Soy muy bueno memorizando sin querer! Olores, sensaciones, momentos... pero no sé si puedo atribuir esa "virtud" a mi propia inteligencia.

Al andar, se me nota la tensión, en general suelo ser una persona nerviosa. Trabajo sobre eso, y creo que voy logrando pequeños objetivos. No hace mucho aprendí a dejarme llevar. Ahora incluso no me importa que se me note que... soy bajito y tengo las rodillas torcidas. Eso me ha supuesto un montón de apodos infantiles, que prefiero no dejar por escrito.

Podríamos decir que cinco años de psicología y toda una infancia de introspección han desarrollado en mi cierta sensibilidad. La he tirado toda por la borda en Madrid. Allí, para sobrevivir, me entrené en situaciones límite de estrés. Muchos encierros en el baño me han costado esos dos años. Al volver, sensibilidad cero. Así que tampoco puedo echarme flores en eso que llaman amor.

¿Sexo? (ver párrafo 5)

Si tuviese que destacar una virtud, podría ser el criterio. Objetividad. No sé muy bien como enfocar ese "know-how", pero sé que es una virtud, porque a pesar de no gustar a la sociedad en general, yo me siento muy orgulloso de tomar decisiones en base a criterios, sin menospreciar las partes cualitativas de cualquier problema. Esto significa tener menos amigos. Gustar a menos gente. Pero ser más justo. Y en esta justicia intento no dejarme llevar por mis defectos,  hablar inglés con acento de Vilaboa, contar con los dedos en cualquier reunión de trabajo, recordar el pasado como si fuese una gran sensación, correr, sentarme bajo los faros hasta llorar del aburrimiento, tener sexo del malo y en definitiva, tirarme a la piscina.

Dié

O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...