Chove en Santiago




Sons do ar que tremen entre as pedras.

Paz da noite dos santos, meigas e cacharelas.

Licor cafe baixando polas ruas, rugosas, frias, húmidas...

Badaladas retumbando a medo, ledicia e tristura. Todo a vez.

Risos ao fondo dunha luz amarela reflexada.

Choiva... lenta... que acaricia.

Recordos en cada pedra, en cada paso, en cada camiño...

Nen Barcelona, nen Londres, nen Madrid, nen Nova Iorke, nen Paris...

Chove en Santiago, meu doce amor. Chove en Santiago.

Dié

Emigrante


El ateo de mis rasgaduras.
Podría estar yo muerto, derruido, que seguirías dándome aspirinas.
Podría ser el despojo de la carne de los perros de tu jauría.
Ser la parte más ínfima de un techo de pajas, la más diminuta porción de ti.

El agnóstico de tu destino.
Serías aquello que sueño si pudiese soñar alguna de estas noches.
Serías cumbre de mis pieles cuando estas se erizan para alcanzarte.
"Tener que" como la media perífrasis al no encontrar su infinito infinitivo.

El creyente de nuestra desgracia.
Tendrías que alzar la mano para decirme ven y no los ojos para escupirme vete.
Amarrar cabos pero con mano firme y decidida.
Tendrías que darte cuenta de que lo que finalmente emigra...

... encuentra para no volver.


Dié

Puto pesado




SMS: Déjame en paz puto pesado.

Había ocurrido. La noble espada de cortar por lo sano, se había plantado frente a frente entre cientos de kilómetros de distancia. Y lo había hecho de la mejor forma, hasta el fondo.

Mareos, arcadas... un ático en la ciudad de los santos. Un colchón podrido de sueños, las grietas de la ventana, el teléfono en el suelo y un rayo de luz. El mensaje agridulce que te deja tan perplejo que no logra herirte, como cuando la herida es limpia, que sangra pero no existe.

Ya seco, vuelvo a levantarme, salgo del ático, me mudo de ciudad. Olvido. Sigo adelante con la espina y el San Martiño colgado del cuello.

Pasan los años y como una tragicomedia mal versionada, se aparece ante mi el famoso mensaje en forma de palabra sobria. Yo, sereno pero borracho, vuelvo a sentir arcadas y esta vez vomito. Y no me destripo de emociones presentes, sino es aquel olor a ático que me revuelve el estómago, y me doy cuenta de todo, y me quito la espina para que siga sangrando.

Llego a Madrid y me levanto, para esta vez, andando hacia el sur, seguir mi camino con las heridas abiertas y deseando desgarrar del todo y de forma limpia todo mi pasado. Porque lo mediado está bien, pero sé que no he nacido para finalizar en la conformidad, y en el sol cicatrizante uno encuentra respuestas, que en la lluvia ha dejado macerar.

El puto pesado de nuevo, en su puto pesado viaje.


Dié


O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...