Seguridad Pasiva

Los humanos nos olvidamos de los malos momentos. Pasan a una zona del cerebro de la cual no recuerdo muy bien su nombre, en la que se asientan y se duermen. Lo que no nos cuentan en la facultad, es que somos los humanos los que despertamos esos momentos cuando dejamos de lado nuestra función de centinela.

Y somos criticados los centinelas, llamados fríos, insensibles, duros. Y esas mismas palabras son las que reblandecen la duramadre, y cuándo ya es algo así como pan mojado, nos tocan la zona "cofre escondido" y duele, escuece hasta que vuelve a cicatrizar.

La naturaleza es sabia, sabe como hacernos felices, y nos empeñamos en acuchillar sus barreras. Culpa de poetas, Hollywood y todo occidente, ¡Ah! ¡Y del Tango! El Tango siempre tiene la culpa de estas cosas.

Por eso, tras el golpe, entra en juego algo así como la seguridad pasiva del organismo. Nuestra almohada se convierte el Airbag del peatón y los cinturones nos inmovilizan, nos bloquean. Y tu casa, que es el templo de de los malos y buenos momentos, es de repente una cárcel, llena de pequeños recuerdos en cada esquina, en cada jardinera, en cada cojín.

Y todo esto por olvidar, que cuando uno es feliz, debe ser cauto, y dejar la ambición a un lado, y compartirla poco a poco, y no arriesgar, porque con veintiséis años, uno ya tiene cosas que perder... como la estabilidad...


Die.


O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...