La ingeniera vida y la puta psicología

"Os enxeñeiros vemos un camiño, trazamos unha liña recta e vamos de A a B, vos, os psicólogos, antes de chegar a unha conclusión, dades unha volta en redondo, e mirades o problema dende diferentes ángulos. Vaime custar moito pensar como psicóloga"




Cinco años son suficiente para moldear una forma de vida, que no es otra que intentar terminar aquellos proyectos, aquellos puentes que nos construimos a lo largo y ancho de nuestras vivencias. Porque no soy ingeniero, pero los admiro.

Y es que lo que nos diferencia a los psicólogos, es que estamos constantemente intentando cuidar nuestra salud mental, pero en especial, la de los demás. Porque una persona destrozada a nuestro lado, es un puente decrépito y sin unir, un caramelo para el ingeniero, un reto para el psicólogo, un desasosiego para cualquier persona, que intenta ser feliz.

La felicidad no se construye desde uno mismo, desde dentro. Los puentes no sirven de nada si no unen ciudades, mundos. Las personas solo podemos tener una vida plena, si los nuestros se dan la mano, se acompañan, se quieren.

Pero hay algo que en especial, compartimos ingenieros y psicólogos, y es que de nada sirve la obra, si no se cuida al autor, y el autor, tantas veces obnubilado por la toma importante de decisiones, por planificaciones interminables y dedos inquisidores... cae. Como quién se tira al vacío en el centro de París, o el que abandona su suerte en una botella de whiskey. ¿Y quién va a entender a un ingeniero emocionalmente inestable, o a un psicólogo egoísta?

Y al día siguiente te despiertas al lado del ingeniero, que ha caído sobre tu cama, al tirarse de la Tour Eiffel. Ebrio todavía te preguntas que has hecho mal, si la fórmula la tenías clara. Y él o ella te contesta: "Puedes contar conmigo" Y reparas puentes, construyes corazones, pintas calzadas rectas y vuelves a tener fuerzas para unir A con B de la mejor forma que sepas, pero eso ya es otra historia, y hoy soy el psicólogo trazando líneas equivocadas. Todavía.


Dié

Camarero. la última

"El peligro es una exaltación arcaica, más o menos inasible y turbia. Algunos días se manifiesta en circunstancias inverosímiles, sin invitación, y te descabalga. En tercero de bachillerato yo me sentaba con Óscar, un tipo duro, sin modales, que me enseñó a suspender seis asignaturas de una tacada en un trimestre. Tengo un buen recuerdo de él. Hacía cosas tan bellas y delicadas como liar dos porros a la vez. Yo veía en silencio aquella danza y me parecía que era como interpretar al piano un allegro moderato de Schubert. En cambio, cuando redactaba un trabajo, y se enfrentaba a un diptongo o un hiato, le castañeaban los dientes. No sabía colocar la tilde, y, cada vez que se acercaba una secuencia de dos vocales, la sombra le producía un gélido desasosiego. No tenía sentido, pero el miedo es eso, un sin sentido que te toma, te va tomando, te tomó. Su lógica te aplasta como si fueses un despreciable cigarrillo salido de una escena de Sergio Leone. No se deja explicar. Cortázar, que había escrito instrucciones para subir escaleras, o para dar correa a un reloj, redactó también unas breves notas para tener miedo. Pero el miedo, por regla general, huye del contacto.
Algunos días la boca todavía me sabe a la noche que entré en un pub de Ourense para tomar la última copa, y el camarero me respondió que no había más copas. Nada se compara a la displicencia de un camarero. Suena como uno de esos tiros fallidos, filmados también por Sergio Leone, que te hacen volar el sombrero veinte metros. Era un viernes triste y apacible, como a mí me gustan. Hay un cuento de Lorrie Moore en el que la narradora señala que hay que elegir la infelicidad con cuidado. «Esa -añade- es la única felicidad en esta vida: elegir la mejor infelicidad». Nunca me sentí tan expuesto a la intemperie como a esa hora. En el primer momento creí que se refería a que no había vasos limpios y me conformé con que me diese de beber en uno sucio. No soy dogmático. «Ni sucias, ni limpias, ni hostias», precisó el camarero. Nadie me había negado la última copa de esa manera. De pronto, sentí miedo, como si temiese llegar a casa sobrio e introducir la llave en la cerradura a la primera. Es la clase de error que aguarda tu madre, despierta en la cama, para dormirse tranquila. Pero tú no estás hecho para acertar, [...]



Yo solo quería beber la última, constatar la derrota e irme a casa en zig zag. La copa final te habla del futuro, te promete que todo irá mejor la próxima noche, te arropa cuando te metes en cama. Esa copa es un sueño de eterna juventud, la infelicidad total y perfecta de la que habla Lorrie Moore. Todos necesitamos certidumbres así, falsas pero hermosísimas. Nadie bebe la última copa de la noche por gusto. Ojalá. La vida está llena de inercias, de cosas que ocurren porque el pasado las empuja. Quizá por eso, y un poco por la cogorza, busqué en el bolsillo el teléfono, averigüé el número de la policía local y llamé. Se puso mi abuela. Parecía evidente que me había confundido de número. «Vuelve a la cama, tata», le pedí, y colgué sin un adiós. Al segundo intento descolgó un policía. Le expuse que me encontraba en el pub tal y que el camarero se negaba a servirme un whisky con cola. «¿Pueden hacer algo?, ¿tienen competencias?», pregunté. No entendí muy bien la respuesta, pero sentí la displicencia del policía, que sonó como el silencio que se produce tras uno de esos tiroteos del cine de Leone.
Devolví el teléfono al bolsillo, como si fuese odio viejo, y salí del pub echando al camarero una de esas miradas que Bukowski aconsejaba reservar para idiotas de cuarta categoría. Inevitablemente, me fui con miedo al futuro. A veces el futuro es algo que ya pasó. Álvaro Cunqueiro afirmaba que los gallegos somos tipos ahistóricos, sin una memoria clara de la época en la que suceden las cosas. A menudo creo que la última copa te ayuda a recordar el futuro. Es esclarecedora. "

Juan Tallón

O que me vai facer famoso

O que quero que vexas

¿De qué quieres trabajar?

Todo huele diferente. El primer día me tomé un vermú. Técnicamente ese día todavía estaba de alta en la empresa de fabricación de bloques en...