Puto pesado




SMS: Déjame en paz puto pesado.

Había ocurrido. La noble espada de cortar por lo sano, se había plantado frente a frente entre cientos de kilómetros de distancia. Y lo había hecho de la mejor forma, hasta el fondo.

Mareos, arcadas... un ático en la ciudad de los santos. Un colchón podrido de sueños, las grietas de la ventana, el teléfono en el suelo y un rayo de luz. El mensaje agridulce que te deja tan perplejo que no logra herirte, como cuando la herida es limpia, que sangra pero no existe.

Ya seco, vuelvo a levantarme, salgo del ático, me mudo de ciudad. Olvido. Sigo adelante con la espina y el San Martiño colgado del cuello.

Pasan los años y como una tragicomedia mal versionada, se aparece ante mi el famoso mensaje en forma de palabra sobria. Yo, sereno pero borracho, vuelvo a sentir arcadas y esta vez vomito. Y no me destripo de emociones presentes, sino es aquel olor a ático que me revuelve el estómago, y me doy cuenta de todo, y me quito la espina para que siga sangrando.

Llego a Madrid y me levanto, para esta vez, andando hacia el sur, seguir mi camino con las heridas abiertas y deseando desgarrar del todo y de forma limpia todo mi pasado. Porque lo mediado está bien, pero sé que no he nacido para finalizar en la conformidad, y en el sol cicatrizante uno encuentra respuestas, que en la lluvia ha dejado macerar.

El puto pesado de nuevo, en su puto pesado viaje.


Dié


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