Puedes permitirte pensar diferente si te levantas a las cinco de la mañana. ¿Por qué? Porque tus esquemas mentales dan un vuelco cuando sales a la ciudad, y esta todavía sopla fría, inhóspita.
Tus chicas te escriben de madrugada. "Te quiero", "Los tíos dan asco", "Echo de menos algún concierto contigo". A veces me pregunto cuantos amores dormidos tendría si caminase por la acera de enfrente, o si el paraguas no se diese la vuelta cada vez que miro al reponedor del Gran Mercado o al auditor de Tu Vida S.A.
A menudo nos queremos más bien poco, y abrimos las puertas a toda mediocridad, y una vez estampados cual vestido de los ochenta: borrachos, timados y empapados de "sinsorpresa" comenzamos a darle la razón a esos amigos que siempre te dicen lo mal que lo estás haciendo.
Pero entre ingenieros y dependientes, tiene que haber algún resquicio de normalidad, alguna vida equilibrada, algún cuerdo loco, algún macarra intelectual. ¡Ups! Me he vuelto a equivocar.
Al final del día, con tus horas de más despierto, no te queda más que abandonar tu optimismo y darle la razón al obispo, y asentir cuando tu rubia favorita, te confiesa que Pontevedra es pequeñita pequeñita, y que te estás engañando si piensas que cubrirá todas tus expectativas, tus necesidades...
... y piensas diferente. Y suena tu despertador. 5:00, suena Andalucía en la radio. Y la niebla gallega te asfixia por primera vez.
Dié
0 comentarios:
Publicar un comentario
Plasma e firma