Intentar anclar con imperdibles lo que el mar arrastra.
Clavar nuestras uñas en baldosas de cemento.
Nadar contracorriente hacia nuestra propia desidia.
Somos nada.
Ni agua refrescante sobre nuestros cabellos secos.
Ni aire fresco entre nuestros dedos entrelazados.
Nada de vino sobre alegrías de mentira.
Somos nada.
Cualquier rostro en forma de luna.
Cualquier ombligo invisible.
Cualquier pie nunca antes rozado.
Y terminar el cuento sin luna sobre nuestras flores.
Terminar sin haber comenzado a vivir.
Tocando timbales de deseos inconclusos.
Que se quedan en nada.
Die.
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